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Nada que curar, basta de terapias de conversión.

Por Sheila Hernández Alcaraz

Socióloga, feminista, activista y vocera del Observatorio Contra el Acoso en México.

Un paso más a favor de los derechos humanos de la comunidad LGBTTTIQ+ es la prohibición de los Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual y la Identidad de Género, también conocido como ECOSIG, siglas que tal vez las habrán visto en hashtags en twitter como #NomásECOSIG. Este logro es acuñado al Congreso del Estado de la Ciudad de México, donde se avaló que todas las personas u organizaciones que traten de fomentar supuestos tratamientos psiquiátricos, psicológicos o de consejería espiritual, serán penalizadas, ya que esto es considerado un método de tortura, pues se basa en tratos crueles, inhumanos y degradantes, donde han sido señaladas prácticas como la privación ilegal de la libertad, violaciones correctivas, violencia psicológica, electroshocks y hasta castraciones químicas. Sí, aquí en México.

Lamentablemente, vivimos en un país donde la LGBTfobia está a la orden del día, donde personas de la comunidad LGBTTTIQ+ son agredidas físicamente, sexualmente pero también, patrimonialmente, económicamente, entre otros tipos de violencias, que corresponden a un problema estructural que es afianzado a través de discursos de odio en muchas familias y otras instituciones de la sociedad. Por otra parte, es importante mencionar, que México es la segunda nación con mayor índice en estos crímenes, tan solo después de Brasil, según investigaciones del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Asimismo, casi todos los ECOSIG son aplicados a menores de edad. Así es, a MENORES DE EDAD.

No obstante, a pesar que dichas “terapias” son un delito de acuerdo a la Ley General para Prevenir, Investigar y Sancionar la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, estas seguían sucediendo en la capital del país, así como ocurren aún en el resto de las entidades federativas. De este modo, el Poder Legislativo de la Ciudad de México, tomó cartas en este asunto, ya que, aunque muchas agrupaciones conservadoras se opusieron, los derechos humanos son para todas las personas, no solo para las personas heterosexuales y cisgénero. Además, recordemos que el artículo primero de la Constitución Mexicana prohíbe cualquier tipo de discriminación en razón de la orientación sexual o género.

Prohibir el ECOSIG es la conquista de los derechos a una vida sin violencia para la comunidad LGBTTTIQ+, pues, aunque la Declaración Universal de los Derechos Humanos detalla que los derechos humanos son progresivos e inherentes, aún persisten quienes con seudo-argumentos, como las historias de “ex gays” convertidos en heteros, intentan retroceder en el tiempo. Los “ex gays” no son prueba de la eficacia de los ECOSIG y ¿Por qué? Porque para que una hipótesis tenga validez científica, debe de existir evidencia sostenible y estadísticas significativas, por lo que en datos son casi nulos estos casos, pero es necesario puntualizar desde un enfoque sociológico, que esas personas generalmente pertenecen a alguna comunidad religiosa y bajo presión social, pretenden ser algo que no son, porque la orientación sexual no se puede cambiar ni tampoco es una enfermedad y esto, se ha repetido mil veces desde 1973 por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría.

Ahora la pregunta es ¿Y los demás Congresos Locales que harán? Ya que estos no son casos aislados, sino que suceden en toda la república. No obstante, al no haber tipificación del delito en otros estados, no existen estadísticas, que den luz en esa oscuridad, donde siempre se han hecho estas prácticas. Es hora de hacer conciencia de que esto incluso está ocurriendo mientras lees este texto. Del otro lado de la mesa, hay víctimas de estas dichosas “terapias”, que no son más que un crimen de odio, que debe ser castigado con todo el rigor de la ley. Asimismo, el Estado tiene una deuda con la comunidad LGBTTTIQ+, por lo que la reparación del daño a quienes han sufrido esto es imperante, así como la garantía que esto no vuelva a pasar con nadie por el simple hecho de su orientación sexual o identidad de género.

¡Qué vivan los derechos humanos de la comunidad LGBTTTIQ+!