AYUTLA, GRO.- Damián y Dominga no olvidan el compromiso que su hijo menor Felipe Arnulfo Rosa les hizo la última vez que estuvo en casa: regresar para construir el corral que evite que las vacas se coman sus cosechas.
Dominga recuerda que el 23 de septiembre de 2014 Felipe la despertó a las cuatro de la mañana para pedirle que le hiciera unas tortillas para llevárselas a la escuela. Ella le ofreció matar una gallina y guisarla, pero él le propuso que mejor la guardara para el Día de Muertos, cuando estuviera de regreso para comer todos juntos.
Apenas salían los primeros rayos de sol cuando Felipe partió de regreso a su escuela: la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, en Ayotzinapa, Tixtla.
Esa vez Dominga se paró en el patio de la casa, miró a Felipe hasta que se perdió su silueta, alcanzó a ver cómo le hizo la seña de adiós con la mano. Dominga se quedó con ganas de tener más tiempo a Felipe en casa, habían sido tres días de trabajo en el campo, con los animales, y reparando imperfectos.
Damián y Dominga se quedaron tranquilos, no era la primera vez que Felipe se iba de casa a estudiar. Seis años los pasó en Ayutla cursando la secundaria y la preparatoria, porque en Rancho Ocoapa sólo hay preescolar y primaria: si alguien quiere estudiar, tiene que migrar.
Siete días después, el 30 de septiembre, Damián se encontró con un vecino que le contó lo que pasó la noche del 26 y la madrugada de 27 de septiembre en Iguala. A grandes rasgos le comentó que policías de Iguala, junto con criminales, atacaron, mataron y desaparecieron a estudiantes de Ayotzinapa. También le dijo que Felipe había estado esa noche en Iguala.
En mayo de este año Damián iba a un velorio al pueblo vecino y recuerda que a medio camino se sintió cansado, después el aire le comenzó a faltar. Se sofocó. Tuvo que parar para recuperarse. Cuando volvió a intentar el aire le faltó otra vez. Se preocupó porque caminar nunca lo había fatigado.
Llegó al funeral, sólo estuvo un rato y regresó de inmediato. Al estar en casa se le sumó el dolor de cabeza, la fiebre y el cansancio. Dominga también comenzó con fiebre.
En esos días llegó a su casa una familiar que vive en Ayutla, les ofreció llevarlos para atenderlos. Dominga prefirió quedarse en su casa porque ha escuchado que en los hospitales las personas mueren por la mala atención; Damián sí aceptó. Estuvo un mes y 15 días hospitalizado. Le diagnosticaron Covid-19. Regresó en junio, los médicos le recomendaron “no agitarse mucho”.
A Damián le preocupa no poder trabajar como siempre, porque eso implica que alguien más haga su trabajo y eso cuesta. Por su estado de salud y la falta de dinero Damián no estará en las movilizaciones por el sexto año de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.